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Participarán en el Acto la Concejala de Cultura y Educación, Ibone Bengoetxea; Mercedes Acillona, Doctora en Filología de la Universidad de Deusto; Fernando Zamora, Presidente de la AAV; e Iván Repila, Editor de Masmédula Ediciones.
Recitarán poemas Mari ángeles Pérez, Marina Pérez, Mónica Nude, Julián Borao y Jesús Hernández. Al piano, Nora Landaluce. Guitarra y voz, James Room.

Podéis acceder a ella aquí.
SERGIO OIARZABAL
Murió mientras dormía. Tenía 36 años. No hay consuelo posible salvo su propia verdad: es un gran poeta. Y como todos los buenos bardos, tenía una cierta levedad, un dolor continuo, un gusto por el significado oculto de las cosas, el alma de un viejo minero que va buscando la pepita del poema en las entrañas de la vida y la muerte. ¿Cuántas veces cruzó la línea? La respuesta está en su obra. Fronteriza, desbocada, libre, refulgente, comprensible a pesar de lo hirsuto de su versificación, cálida como el corazón de tantos seres heridos por sí mismos. Siempre decía que su mejor poema era el que no había escrito. Nos los hemos perdido y también su prosa, a la que pensaba dedicarse cuando "fuera un poco más mayor", decía. Ganó muchos premios, y de entre todos el que le hizo más feliz fue el Miguel Hernández, poeta del pueblo y de la resistencia, como él, a quien siempre regresaba y con quien tanto quería. Extraña injusticia poética la que nos arrebata un poeta mayúsculo en el centenario del nacimiento de otro.
Ganó muchos premios, pero sobre todo lectores. Bilbao, su ciudad, a la que dedicó páginas llenas de emoción y dureza, fue testigo de su madurez poética y de su fama: la iglesia de Rekalde -su barrio- donde le despedimos no pudo siquiera dar cabida a los cientos de almas que se acercaron para honrar su memoria. Tal manifestación de amor y solidaridad sólo evidencia la fiera humanidad de un hombre único, de un poeta llamado a distinguirse por méritos propios de toda su generación y entrar en la reducida nómina de los artistas inmortales. Precisamente, una de sus grandes virtudes como creador fue la capacidad para desarrollar un lenguaje personal, que reconocía como iguales a escritores alineados en la búsqueda permanente de la expresión poética en tanto que proceso vital; admiraba a Larrea o a Rimbaud con la serenidad de sentirse cerca de ellos, en comunión con ellos, pero nunca su discípulo o su continuador.
Su último libro, Delicatessen underground (Bilbao ametsak), es prueba de su magisterio y testimonio de su frenética pulsión creadora, una obra extensa y compleja que será recordada durante años, como dijo Larrea, para el asombro de las generaciones venideras.
Tus amigos y editores no te olvidan.
Masmédula Ediciones
(Obituario publicado en el diario El País el día 25 de junio de 2010)
Murió mientras dormía. Tenía 36 años. No hay consuelo posible salvo su propia verdad: es un gran poeta. Y como todos los buenos bardos, tenía una cierta levedad, un dolor continuo, un gusto por el significado oculto de las cosas, el alma de un viejo minero que va buscando la pepita del poema en las entrañas de la vida y la muerte. ¿Cuántas veces cruzó la línea? La respuesta está en su obra. Fronteriza, desbocada, libre, refulgente, comprensible a pesar de lo hirsuto de su versificación, cálida como el corazón de tantos seres heridos por sí mismos. Siempre decía que su mejor poema era el que no había escrito. Nos los hemos perdido y también su prosa, a la que pensaba dedicarse cuando "fuera un poco más mayor", decía. Ganó muchos premios, y de entre todos el que le hizo más feliz fue el Miguel Hernández, poeta del pueblo y de la resistencia, como él, a quien siempre regresaba y con quien tanto quería. Extraña injusticia poética la que nos arrebata un poeta mayúsculo en el centenario del nacimiento de otro.
Ganó muchos premios, pero sobre todo lectores. Bilbao, su ciudad, a la que dedicó páginas llenas de emoción y dureza, fue testigo de su madurez poética y de su fama: la iglesia de Rekalde -su barrio- donde le despedimos no pudo siquiera dar cabida a los cientos de almas que se acercaron para honrar su memoria. Tal manifestación de amor y solidaridad sólo evidencia la fiera humanidad de un hombre único, de un poeta llamado a distinguirse por méritos propios de toda su generación y entrar en la reducida nómina de los artistas inmortales. Precisamente, una de sus grandes virtudes como creador fue la capacidad para desarrollar un lenguaje personal, que reconocía como iguales a escritores alineados en la búsqueda permanente de la expresión poética en tanto que proceso vital; admiraba a Larrea o a Rimbaud con la serenidad de sentirse cerca de ellos, en comunión con ellos, pero nunca su discípulo o su continuador.
Su último libro, Delicatessen underground (Bilbao ametsak), es prueba de su magisterio y testimonio de su frenética pulsión creadora, una obra extensa y compleja que será recordada durante años, como dijo Larrea, para el asombro de las generaciones venideras.
Tus amigos y editores no te olvidan.
Masmédula Ediciones
(Obituario publicado en el diario El País el día 25 de junio de 2010)

DEIA - Un escritor local de puro sentimiento
DEIA - El mejor poema es el que aún no he escrito
EITB - Fallece Sergio Oiarzabal

Podéis acceder a ella aquí.
El día 26 de mayo de 2010, la emisora Ràdio Sant Vicenç dedicó unos minutos de su programa 10 contra 1 a hablar de Masmédula Ediciones y de su catálogo.
La emisión puede escucharse aquí.
La emisión puede escucharse aquí.
Los días 20 y 22 de mayo de 2010 los libros publicados por Masmédula Ediciones fueron reseñados en el blog 10 contra 1. Podéis leer esas reseñas aquí:
Batalla campal
La curva del eco
Delicatessen Underground
Batalla campal
La curva del eco
Delicatessen Underground
El día 4 de enero de 2010, el libro Delicatessen Underground, de Sergio Oiarzabal, fue reseñado por el blog de literatura Un libro al día.
Para más información consulta aquí


La librería Cámara de Bilbao acogió esta semana la presentación del nuevo poemario de Sergio Oiarzabal, Delicatessen Underground (Bilbao ametsak).
El prólogo está firmado por la profesora de Deusto Mercedes Acillona, que describe la obra como "una conquista del nombre y del ser que hace del abecedario la cuna de su universo". La obra es un trabajo muy copioso de 84 textos, con Bilbao como trasfondo, la ciudad donde Oiarzabal ha crecido y goza de prestigio intelectual aunque no se prodigue en eventos sociales.
De hecho, a pesar de su trayectoria glosada de reconocimientos, ésta ha sido la primera vez que Sergio, una de las figura más innovadoras dentro de la poesía vasca escrita en castellano, se ha animado a presentar uno de sus libros, un trabajo considerado por su autor como el mejor de su carrera, en un acto que contó con la compañía de la poeta Blanca Sarasua y la rapsoda Marina Pérez.